Existe un
refrán británico que cuando lo escuché por primera vez me hizo recordar los
hermosos momentos que pasábamos con mi madre cocinando y hablando. Y es que
dice que: “Conocer a una persona es como
comerse un saco de sal” y aunque habla de sal, este dicho no tiene nada que
ver con la cocina en este artículo, sino por el hecho de conocer a las
personas.
Anteriormente
escribía acerca de la importancia que tiene el CONOCER a Dios cada vez más y la
palabra nos enseña a amarlo con todas nuestras fuerzas, mente y corazón, pero
¿qué hay de los demás?
Supongamos que
tenemos un saco de sal en nuestra alacena, y si tomásemos una pizca de ella por
cada tiempo de comida, apuesto que pasarían varias décadas para poder al menos
acabarnos una buena parte de la gran bolsa. De igual manera es poder conocer a
una persona.
No puedes conocer a
totalidad su comportamiento, sus emociones, sus actitudes y mucho menos su
forma de pensar. E imposible aun hacerlo
en tan solo un par de días. Requerirá tiempo, compañerismo, alegrías,
tristezas, enojos y muchas veces lágrimas que dolerán demasiado.
Pero sin lugar a duda
va depender de nuestra madurez el escoger seguir conociendo a esas personas que
consideramos especiales o simplemente darnos la vuelta y alejarnos para evitar
muchos problemas futuros. Debemos recordar que Proverbios 27:17 también nos
enseña que hierro con hierro se aguza, así también nosotros tratamos con el
carácter y la vida de nuestros hermanos y amigos cuando decidimos quedarnos a
su lado y conocerlos mejor.
En esta época de mi
vida, Dios ha permitido que yo conozca gente con características especiales. En
Destino Internship Program tengo hermanos serios, risueños, inquietos molestones,
callados, enojones, pacifistas y tanto como pudiéramos imaginar. Y aun que
llevamos un buen tiempo conviviendo juntos casi las 24 horas del día, existen
detalles que jamás habíamos visto en sus sentimientos y carácter, como le dijo
Reepichip a Eustace en las Crónicas de Narnia, La travesía del viajero del
Alba: -Eres un gran y hermoso enigma-
¿Y si hablamos de sentimientos? ¿y si hablamos de ese quisquilloso tema? Conocer a una persona en el noviazgo es totalmente distinto a conocerlo dentro de una amistad. Muchas veces las personas pretenden ser distintas y mejores en ese proceso de noviazgo y enamoramiento, por temor a que la otra persona se entere del gruñón, celoso, mal encarado que llevan dentro y supongo que esa etapa es cuando más honestos debemos ser. Bien lo dijo mi mejor amigo y padre espiritual Paulo Yumán: -La mejor etapa para conocer a “esa persona” es la amistad y el matrimonio, jamás dentro del noviazgo-
Mientras pensaba en
esto vino a mi mente y me hizo ver la esencia lógica de uno de los diálogos más
Cursimente Románticos de la película “Big Fish” protagonizada por Ewan
McGregor, (Y el Pepe hablando de cursilerías)
En donde se encaminó hacia la ventana de la mujer de sus sueños, y luego
de colocar cientos de flores frente a la casa de la chica grita hacia la
ventana: -¿aceptarías casarte conmigo?- con muchísima inseguridad pero
conmovida a acceder por la firmeza de su corazón, ella contestó: -Pero si no me conoces- y es aquí donde
yo podría colocarme frente al público vestido de gala, abrir el sobre blanco y
decir por el micrófono: -Y el Oscar para mejor respuesta es para: (ruido de
tambores) ¡¡Ewan McGregor!! Ya que el tipo le contesta una verdad tan
atemorizantemente sensata “tendremos toda una vida para conocernos”
He conocido mujeres que se las llevan de finas pero se frotan el catalogo de AVON para perfumarse, hombres que pretenden llamar la atención de las mujeres con un machismo absurdo y estúpido, sin entender que el corazón tierno y delicado es aprobado tanto por ellas como por Dios. Pero sin embargo he tenido la bendición de conocer personas que han impactado mi vida con su humildad, su madurez y corazón tan noble aun teniendo un liderazgo gigantesco, alta posición económica o un físico y/o belleza envidiable.
Al conocer personas
jugamos con nosotros mismos, ya que no sabemos lo que vamos a encontrar y es
como si condujéramos un automóvil en medio del camino con mucha niebla.
En lo personal me he llevado unos fiascos exorbitantemente espantosos al conocer personas, pero no hace mucho tiempo tuve la dicha y la bendición de conocer a una persona que ha trastornado mi corazón y mi perspectiva de ver la vida. En varias ocasiones y en forma de broma le he dicho que es mi “Villana Favorita” ya que se trata de una Cirujano Dentista; y como es obvio y no va de más el mencionar que yo jamás salí de mi etapa de niñez, siento cierto temor por tan “especiales personas con dicha profesión”
El día de hoy
mientras ella y yo hablábamos me hizo reír tanto con unos cálculos matemáticos
que realizó. Ella logró estimar que ha vivido 7,665 días, lo cual serían
183,969 horas, es decir unos hermosos 11,037,600 minutos hasta el día de hoy.
Su corazón ha latido aproximadamente 883,008,000,000 veces y ha respirado
220,752,000,000 veces. Y ambos llegamos a la conclusión de que Dios ha sido el
responsable de todos esos números y que faltan muchos más por vivir, y casi al
final de nuestra conversación me tomé la tarea de pronunciar para la eterna
memoria, no solo de ella sino que para ambos (y en este caso para los que leen)
“Que
cada latido sea un reflejo de la gloria del Padre y cada respiro sea una
expresión de alabanza a su nombre”
(por cierto, "feliz cumpleaños Dra")
Si tan solo ese pensamiento habitara en la
mente de todas las personas, seguramente esas horas, minutos, segundos, latidos
y respiros serían de agradable bendición a nosotros y para aquellos a quienes
estamos conociendo. Y como consecuencia de pensar de esa manera y sin ningún
temor a duda podríamos cambiar el refrán británico anterior (tal y como yo lo
hice con mi villana favorita) y decir: “Conocerte a ti es como disfrutar de un enorme
jarrón de miel”
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