Por:
Jose Echeverría
Una
de las experiencias agradables y emocionantes en la vida es cuando descubres,
en esos días donde no quieres saber nada de nada, de que existe gente especial
a tu alrededor y mejor aun cuando
descubres que tienen detalles, dones, talentos y gracias con las que también te
identificas. Es el caso de una amiga que conocí meses atrás.
Ella
es escritora, músico, catedrática de inglés y hasta podría apostar que le gustan
las galletas y el café mañanero con un ligero toque de sobredosificación. Su
nombre es Ana Gabriela Hernández y es columnista de un blog donde curiosamente
te das cuenta de algunas muchas verdades incomodas y otras en lo particular muy
gratas.
“Las confesiones del Baño” una página donde
ella nos muestra que todas las personas son
simplemente tal y como son dentro
de ese espacio reducido y embaldosado que muchas veces se convierte en nuestra
biblioteca o escondite favorito. Lo digo con toda seguridad ya que más de una
vez he tenido que correr al baño, no por mala digestión solamente, sino también
para escapar de mis pensamientos, para poder leer tranquilo o entender muchas
veces que mis lágrimas son necesarias para asimilar el proceso que Dios está
llevando a cabo en ese preciso momento de mi vida. Y fue justamente en el baño,
un par de días atrás, donde pude analizar detenidamente acerca de la
importancia crucial que tiene no solo el hecho de “Perdonar” sino también de “liberar”.
Algunos pocos se cuestionarán: ¿Qué es perdonar? Y algunos muchos, con toda
razón dirán: ¿Qué es liberar?
Mientras
estaba en el baño, se me ocurrió revisar mi lista telefónica en el móvil.
Deslizando el dedo lentamente de la “A” a la “Z”, recordaba detalles,
vivencias, palabras y experiencias de la mayoría de mis contactos. Algunas
veces me topé con nombres que ni siquiera recordaba y en otras me puse a reír
cuando vi que tenía números de algunos restaurantes de comida rápida, empresas
de servicio y atención al cliente de productos que he adquirido y sin faltar
uno que otro número de personas que jamás en mi vida he llamado. De pronto encontré el número de teléfono de la compañía
en donde yo trabajé anteriormente. Un escalofrío horrendo recorrió mi espalda y
parecía haber tragado un puño de arena. Imágenes y fragmentos de viejos
recuerdos en forma de video vinieron a mi pensamiento, todo esto con mezclado
con aromas, colores y el High Definition que todos poseemos en nuestra mente
provocaron que mis ojos se cristalizaran y que una sensación de incomodidad me
invadiera debido a las malas experiencias que tuve en ese lugar.
Luego
de haber tenido una horrible y abrumadora sensación me pude dar cuenta que no había
podido perdonar a totalidad. El rencor que yo había guardado durante bastante
tiempo no había sanado. Guardaba mucho resentimiento en contra de muchas
personas que habían lastimado mi corazón en aquella empresa.
Relatar
todos los sucesos me tomaría mucho tiempo y este artículo va enfocado
directamente al hecho de “perdonar” y no contar de cómo fue el proceso.
El
haber vivido esto en carne propia me hizo entender que el perdón no es un
simple mecanismo para liberar de culpa a quien nos ha ofendido, el perdón fue
hecho para que yo sea libre de la amargura que dejó esa acción en mi corazón.
Yo puedo decidir perdonar a alguien que no está arrepentido de verdad de
haberme dañado, porque mi intención (en
cuestión de prioridad) al perdonar, no es que esa persona quede libre de
culpa, si no que yo quede libre en mi interior, que yo tenga paz, que yo pueda
vivir bien, que haya desatado la cuerda que me tenía sujeto al muelle. Y luego,
como consecuencia, las personas quedarán libres de culpa y de todo
remordimiento al liberarlas con nuestra palabra y corazón.
No se ustedes pero yo he escuchado cientos de veces aquella frase: "yo
perdono, pero no olvido", y pensamos en realidad que si no
olvidamos, es debido a que quizás no hemos perdonado de corazón, pero esto
también es un error, porque el perdón no implica que debemos olvidarlo todo
(aunque si lo hacemos sería mucho mejor)
Mi padre me
dijo hace muchos años: “el perdón no
produce amnesia” y a la verdad no es indispensable que olvidemos para
perdonar, puedo perdonar y estar consciente del daño que se me hizo, pero he
decidido que ya no me va a afectar nunca más en mi vida. Es en este punto donde
el recordar se convierte en un testimonio viviente del amor, restauración y
misericordia de Dios.
Efesios 4:31-32 dice: Quítense de
vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad.
Más bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Cuando tú
decides perdonar de una vez y por todas a alguien, es indispensable que lo
confieses con tu boca. Quizás vayas cómodamente conduciendo y escuchando música
y de pronto pienses: "yo necesito perdonar, debo perdonar porque quiero
ser libre de lo que otra persona me haya hecho en su momento", pero no es
suficiente con el simple hecho de pensarlo, debes confesarlo con tu boca, ya que
hay una inmensa y marcada diferencia entre pensarlo y hablarlo.
En mi caso,
déjame contarte que aquella misma tarde, sentado en el baño, con lágrimas en
mis ojos pero con serenidad en mi corazón; pude perdonar a todas las personas
que en aquella etapa de mi vida me habían causado demasiado dolor. Y pude
liberar finalmente mi corazón, pero también fui capaz liberarlas de toda culpa
o remordimiento que pudiera existir en su vida.
Quizás en
estos momentos, varios nombres o recuerdos te estén cruzando por tu mente, esos
sucesos que te marcaron de por vida, aquellas lágrimas que derramaste al ver un
corazón en el suelo hecho pedazos; y estés pensando que debes perdonar pero
también liberar.
Y ¿sabes? El
motivo primordial de que en esta semana yo haya tomado la decisión de escribir
acerca del perdón es para ayudarte, que identifiques plenamente la herida específica
que te hicieron, y a la persona que te lo ocasionó. Que decidas perdonarla a
pesar de lo que sientes en tu corazón. Que puedas confesar con tu boca ese
perdón aunque estés sólo leyendo este Blog. Recuerda perdonar, liberar tu
corazón y liberar a todas aquellas personas que te han herido a lo largo de
esta vida. No olvides acercarte a Dios y
decirle desde el fondo de corazón:
"Señor, yo decido perdonar, quítame lo que siento, borra de
mi corazón estas heridas y dame un corazón nuevo. Te entrego el mío, ven a mi
vida Jesús, a ti te lastimaron profundamente, a ti te dañaron y pudiste decir
al Padre: "perdónalos porque no saben lo que hacen” y quiero seguir tu
ejemplo, ¡Señor, yo te pido con todo mi corazón: perdona a esta persona, porque
me lastimó profundamente, y llévate de mi corazón este amargo sentimiento!, La
Perdono y la Libero en el nombre de Jesús”
Por último no
olvides que también nosotros hemos lastimado a mucha gente, con intención ó sin
ella, hemos herido profundamente el alma de nuestros seres queridos y gente al
rededor; debes pedirles perdón. Si no puedes hacerlo personalmente, haz uso de
una llamada telefónica, de una carta, de un correo electrónico ó de una tarjeta,
y dile con toda honestidad: "yo te lastimé en aquella ocasión, con esto y
con está otra situación, te pido de corazón que me perdones y me liberes",
si la persona te perdona ó no, ese no es problema tuyo porque tu ya eres libre
de ese nudo. Tu y yo no podemos decidir que los demás desaten sus propios
nudos.
En conclusión; el
perdón es un mecanismo para que nuestro corazón sane de todas las heridas, para
que nuestra sonrisa brille, para que nuestra vida vaya de aumento en aumento, para
que todos nosotros seamos libres. Pero sobre todas, para que tu y yo, al final
del camino podamos colocarnos frente aquellas personas que nos han lastimado y expresarles
bajo el incalculable amor de Dios:
“Tu,
pensaste hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer (después de
este proceso doloroso) lo que vemos hoy.
Ahora pues, no tengas miedo. Porque yo te amaré y ayudaré a ti y a tus hijos. (Paráfrasis de Génesis
50:20)
Agradezco
de todo corazón las oraciones, el apoyo y colaboración especial de:
Ana
Gabriela Hernández, Jacqueline Paola Tax, Rafael Ayala y Stacy Cook Carson.
Te invito a que conozcas y leas
más de Ana Gabriela visitando su Blog: www.lasconfesionesdelbano.blogspot.com
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