Por: Jose Echeverría
Ya se, Ya se… Errores se escribe
sin H, pero cuantos no hemos escuchado que errar es de humanos. Todos lo
hacemos, consciente e inconscientemente y puedo asegurarte que en lo que va del
día ya hemos cometido más de alguno.
Pero ¿Puede alguien marcar una diferencia
con su vida aun después de haber cometido un abrumador error? Esta es la clase de cuestionamientos que muchos
nos hacemos luego de haber “metido la pata” (como
se dice chapínmente)
En
la Biblia descubrimos mucha gente que fracasó, otros que por causa de su fe
fueron llamados amigos de Dios, unos
por su testimonio y algunos otros por su apologética fueron martirizados pero
honrados por el Padre como recompensa de su ardua entrega, labor y pasión por
Jesucristo.
Hace
unas semanas, empecé a leer un libro escrito por John Pollock llamado: “El Apóstol – La vida de Pablo” donde
relata de forma asombrosa cómo este hombre de baja estatura pero con voluntad
ciclópea alborotó el mundo hablando de la altura, profundidad y la anchura del
amor de Cristo.
Pablo,
un hombre cuyo mensaje ha ejercido influencia sobre diecinueve siglos de la
humanidad tuvo conflictos y se encontró con una persona que pudo “trascender después de su enorme fallo”
Me
refiero a Juan Marcos, aquél que se equivocó dos veces antes de que finalmente
entendiera las implicaciones de ser Discípulo de Jesús. No obstante, es posible
que ese record sea mejor que el promedio, Juan Marcos nos muestra un buen
ejemplo del hecho de que la gente no hace un impacto para Cristo cuando cae sino
cuando se levanta por la gracia de Dios.
En
la Biblia, conocemos mejor a Juan marcos por su segundo nombre, el cual
identifica el Evangelio que escribió usando a Pedro como una de sus fuentes.
En
ese evangelio nos ofrece un sutil cuadro de su propio discipulado incierto la noche
que Jesús fue traicionado. Y es que (Marcos
14:51-52) menciona a un joven discípulo que huyó desnudo después que lo
habían aprehendido.
Años
más tarde Pablo y Bernabé estaban preparando su primer viaje misionero y
escogieron a este chico para que viajara con ellos como ayudante. Durante el viaje
se desanimó y volvió a casa. En la siguiente misión Bernabé quiso hacer un
segundo intento con Marcos, pero Pablo se opuso. Los dos Gigantes se separaron.
Pablo viajó por su cuenta pero Bernabé se quedó ayudando a Marcos a crecer en
su fe. Entiendo sin ningún lugar a duda que es aquí, en esta parte de la vida
de Juan Marcos, donde logramos comprender que el seguimiento, la restauración y
la dedicación pastoral implican una importante repercusión y hace que los
caídos se levanten en medio de un proceso obviamente
doloroso pero al final eternamente
glorioso. Casi al final, Pablo reconoció que Marcos había llegado a ser una
verdadera adquisición para la causa de Cristo. Tomó tiempo, pero Juan Marcos
hizo un impacto.
Todos
cometemos errores. Y todos los errores tienen sus consecuencias, algunas malas,
algunas buenas. Pero cuando tú “decides”
seguir a Jesús descubres la necesidad de crecer a través de tus fracasos. El
viaje a la madurez (el camino a marcar la diferencia) te lleva directamente por en medio de tus errores.
Cuando
algún recuerdo, remordimiento o fantasma de tus equivocaciones venga a tu mente
y te quiera hacer claudicar al llamado que Dios ha puesto en tu corazón, recuerda
a Juan Marcos; aquel chico que huyó desnudo y abandonó a Jesús; aquel que se
arrepintió a la mitad de un importante viaje misionero; no obstante fue el
mismo que se levantó por misericordia de Dios y fue reconocido años más tarde
por el Apóstol Pablo como “útil para el ministerio” (Por favor lee: II Timoteo 4:11)
Camina
siempre al frente, pon tus ojos en Cristo y levántate cada día por la gracia y
eterna misericordia de Dios. “Porque está
permitido caer, pero está prohibido no volverse a levantar”
Pollock,
John. “El Apóstol – La vida de Pablo” 2001 Editorial Vida
Op.
Sit. La Biblia Extreme del Joven Radical – 2002 Editorial Caribe. Thomas
Nelson, Inc.
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